Proyecto Kimal–Lo Aguirre

A un costado de la futura subestación Lo Aguirre, en Pudahuel, hay terrenos discretos, propiedad de Nueva Pudahuel S.A. Desde la autopista no se ve más que un plano de tierra y pasto seco, cruzado por zanjones y cercos. Pero ese suelo, anodino en apariencia, puede convertirse en una de las coordenadas más valiosas del país. Allí confluirán, en menos de cinco años, la energía solar del desierto de Atacama, las torres del tendido más largo de Chile y —si alguien toma la decisión correcta— la infraestructura digital que sostendrá la próxima década económica.

El proyecto Kimal–Lo Aguirre, aprobado ambientalmente esta semana, es más que una línea de transmisión. Es un cambio de escala. 1.346 kilómetros de cable HVDC, 3.000 MW de potencia y US$1.480 millones de inversión transformarán a Lo Aguirre en el nodo eléctrico más estratégico del sistema. Allí, donde hoy solo hay galpones, llegará la corriente renovable que recorrerá cinco regiones para abastecer el centro del país. En términos energéticos, es el equivalente a tender una arteria desde el corazón solar del norte hasta el cerebro urbano de Santiago.

El dato relevante no es técnico, sino geográfico. La subestación final de este megaproyecto se emplazará justo en el límite occidental del área industrial de Pudahuel, donde Nueva Pudahuel S.A. posee amplios terrenos contiguos al punto de conexión. Esa vecindad no es trivial: los data centers, los sistemas de almacenamiento (BESS) y los parques tecnológicos globales buscan justamente eso —proximidad a nodos eléctricos de alta capacidad, suelo industrial regularizado y accesos viales y aeroportuarios—. Lo Aguirre cumple con las tres condiciones. Y, a diferencia de los polos energéticos tradicionales, no está aislado en el desierto, sino en la metrópolis.

Chile tiene, sin saberlo del todo, una ventaja comparativa rara: un nodo eléctrico de clase mundial a veinte minutos de su aeropuerto internacional. Pocos países pueden ofrecer energía limpia, estable y certificable —HVDC mediante— junto a terrenos industriales listos para la instalación de infraestructura digital. La transición energética y la digital no son procesos paralelos: son la misma revolución en dos planos distintos. La energía del norte, al llegar a Lo Aguirre, puede alimentar no solo viviendas o industrias, sino también la nube.

Lo Aguirre no será solo una subestación: será el inicio de un nuevo modelo productivo, donde la electricidad y la información —nuestras dos materias primas del siglo XXI— dejen de escapar por separado y empiecen, al fin, a generar valor en el mismo lugar.

FUENTE: https://www.linkedin.com/posts/nuevapudahuel_npsa-activity-7392515332856422400-_pX0?utm_medium=ios_app&rcm=ACoAAEbwKgsBgu2F1MMpatj01fb45runUjlvbVs&utm_source=social_share_send&utm_campaign=whatsapp

EDITORIAL: Chile y la revolución de la Economía Digital

Chile está atravesando una revolución tecnológica que lo está posicionando como uno de los centros neurálgicos de la transformación digital en América Latina. En los últimos años, gigantes tecnológicos como Microsoft, Google y Amazon Web Services (AWS) han invertido fuertemente en la instalación de data centers en el país, impulsados por un entorno favorable que combina estabilidad política, infraestructura de energías renovables y una conectividad estratégica.

En un continente donde la competencia por atraer inversiones tecnológicas es intensa, Chile ha logrado destacar. El país ofrece un entorno de estabilidad económica, con un crecimiento estimado del PIB entre un 2% y un 2,5% para 2024, según el Banco Central, y una inflación controlada cercana al 4%. Esta predictibilidad es crucial para las grandes empresas tecnológicas que buscan operar en un entorno confiable.

Pero el verdadero diferenciador de Chile es su enfoque en energías limpias. El desierto de Atacama, que disfruta de una radiación solar casi constante el 80% del año, ha permitido al país desarrollar una sólida infraestructura solar. Hoy, más del 26% de la energía generada en Chile proviene de fuentes renovables, con el ambicioso objetivo de alcanzar el 70% en 2030. Esto no solo reduce los costos operativos, sino que también satisface la creciente demanda de las empresas por reducir su huella de carbono y cumplir con estándares globales de sostenibilidad.

Chile también ha sabido capitalizar su ubicación estratégica en la costa del Pacífico, sirviendo como una puerta de entrada a América Latina. Además, aunque es propenso a terremotos, sus avances en infraestructura antisísmica le han permitido consolidarse como un lugar seguro para la operación de data centers, ofreciendo una resiliencia que pocas regiones pueden igualar.

Dos proyectos de infraestructura gigantes están transformando aún más el panorama tecnológico de Chile: la línea de transmisión Kimal-Lo Aguirre, con llegada a Pudahuel donde se ubicará su centro de acumulación, y el cable submarino Humboldt, con llegada a Valparaíso.

Kimal-Lo Aguirre de la empresa Conexión de Transelec, actualmente en desarrollo, es una línea de transmisión de corriente continua que recorrerá más de 1,500 km para transportar energía renovable desde el norte solar de Chile hasta la región central, donde se encuentra la mayor demanda eléctrica del país. Con una inversión proyectada en US $1.200 millones y la capacidad de transportar 3,000 megavatios, esta línea garantizará que los data centers cuenten con un suministro energético suficiente, constante y eficiente, factor crítico para su operación ininterrumpida.

Por otro lado, el cable submarino Humboldt, con más de 13,000 km de extensión, conectará a Chile directamente con Asia, a través de Australia y Nueva Zelanda. Este ambicioso proyecto, que costará US $500 millones, reducirá drásticamente la latencia de las comunicaciones entre América Latina y Asia, uniendo a estos mercados de manera más rápida y eficiente. Actualmente, Chile depende de cables que pasan por Estados Unidos para llegar a Asia, lo que incrementa los tiempos de transmisión. Este nuevo cable, previsto para 2026, no solo abrirá nuevas oportunidades para las grandes tecnológicas, sino también para sectores como el comercio digital, la inteligencia artificial y la investigación científica.

La respuesta de las grandes empresas a esta infraestructura no se ha hecho esperar. Microsoft ha invertido más de US $200 millones en un data center en Santiago, con el objetivo de potenciar su plataforma Azure en toda la región. Google destinó US $150 millones a la construcción de su centro de datos en Quilicura, parte de su estrategia global para mejorar la capacidad de servicios como Google Cloud y YouTube.

AWS, por su parte, ha invertido más de US $100 millones en Chile en los últimos cinco años, buscando expandir su infraestructura para hacer frente a la creciente demanda de servicios en la nube en sectores como el comercio electrónico y la salud. En el ámbito local, empresas como GTD han invertido más de US $50 millones en la construcción de data centers con certificaciones internacionales, asegurando altos estándares de seguridad para empresas nacionales e internacionales.

A pesar del auge, el sector enfrenta retos importantes. Uno de ellos es la creciente demanda de talento especializado en áreas como inteligencia artificial, ciberseguridad y análisis de datos. Según el Banco Interamericano de Desarrollo (BID), Chile necesitará capacitar a más de 70,000 profesionales tecnológicos en la próxima década para satisfacer la demanda del mercado.

En cuanto a ciberseguridad, aunque Chile ha avanzado con la reciente aprobación de la Ley de Protección de Datos Personales, aún ocupa el puesto 54 en el Índice Global de Ciberseguridad. Mejorar este ámbito es esencial para garantizar la confianza en los servicios digitales y atraer aún más inversiones.

Con la entrada de gigantes tecnológicos, el desarrollo de proyectos clave como la línea Kimal-Lo Aguirre y el cable Humboldt, y un enfoque en energías renovables, Chile se perfila como el próximo gran hub tecnológico de América Latina. Las inversiones proyectadas en infraestructura digital y energética superan los US $2.000 millones en los próximos cinco años, una clara señal del compromiso del país con la modernización tecnológica.

FUENTE: https://desenfoque.cl/2024/10/17/editorial-chile-y-la-revolucion-de-la-economia-digital/